18.10.11

LOS SICARIOS DEL AMOR


Traducción del catalán de un artículo de Antoni Gómez publicado en el suplemento cultural de Levante EMV (14-10-2011)

De sorprendentes resonancias clásicas, la poesía de Ricart nos transporta a la serena celebración de la alegría de vivir que bebe de los poeta arábigo- valencianos. Las cenizas del viaje es un canto a la vida sin concesiones a la galería, del goce de la vivencia a las cenizas de la ausencia.

Una de las virtudes más elocuentes de la poesía de J. Ricart es la elegante concisión de sus metáforas. Es de agradecer la poesía que expresa lo que el autor desea expresar: en este caso un atrevido erotismo que hay que entender como un canto a la vida  sin concesiones a la galería, apasionado y distante al mismo tiempo, si acaso de gran carácter reflexivo/ contemplativo. ¿Contemplar o recordar? / Hallar un punto equidistante / entre las cuerdas que nos hieran. Sus versos nunca caen en ejercicios más o menos retóricos que en ocasiones desequilibren el sentido y la sensibilidad del poema. Bien al contrario, las imágenes se van desplegando a lo largo del libro empujadas por un voz serena que trasmite sorprendentes resonancias clásicas.

El erotismo, la belleza, el sexo fugitivo y furtivo, el amor, la memoria, los recuerdos, la poesía, los viajes, las ruinas históricas…son algunos de los temas que el autor construye divididos en tres partes con un preciso sentido temático. Hogueras en la playa, Las brasas de la tarde y Humo fugitivo. Tres partes que se estructuran alrededor de la idea del viaje que lleva de la plenitud vital al sentimiento de pérdida. Del goce de la vivencia a las cenizas de la ausencia. Del erotismo de la primera parte al tono más meditativo de la segunda y tercera. Un proceso no exento de una gran carga culturalista, con homenajes a poetas, citaciones y simbologías históricas y literarias diversas. Como escribe en el prólogo José Mas, “Ricart se siente profundamente atraído y seducido por el oriente y el mundo clásico: Marruecos, Egipto, Atenas reviven ante nosotros mediante toques de muelles sensualidad y pinceladas costumbristas”

Dicho y hecho, la primera impresión de lectura nos remete necesariamente a los poetas árabes y poesía sufí, sobre todo al conocido Yalal al Din Rumi. Como el poeta nacido en Balj, en el Afganistán actual en 1207, la poesía de Ricart parece ser una búsqueda del amante perdido, pero el poeta valenciano no está nada interesado en la espiritualidad mística de Rumi, que considera el amor por el amante como el símbolo de la unión con Dios. Su búsqueda es material, profundamente profana, reducida conscientemente a encuentros furtivos y pagados, habitaciones solitarias, escenarios pasajeros del amor mercenario. Desde el hotel pueden espiarse / en el paseo de la playa / algunos chavalitos a la caza de clientes extranjeros  o Joven sicario/ con espada flamígera de arcángel/ falsa promesa de volverse por un instante espejo / lujo y raza de dieciséis años/ que a golpe de talonario/ vende su belleza por horas.

El tono poético de las cenizas del viaje nos remite a la poesía clásica árabe y, siguiendo la sabia recuperación de Josep Piera, los poetas arabigo- valencianos. Su carácter contemplativo, de serena celebración de la alegría de vivir a través del erotismo de los cuerpos y la sensual contemplación del paisaje, recuerda vivamente los poetas de esta tradición. Escenas eróticas con simbologías y elementos literarios propios del clasicismo árabe, como es el caso de, entre otros, de la presencia del vino: Sus labios se emborrachan de vino. / Cuando los bese el placer será doble, / igual que el pecado o Encendemos las lámparas de vino/ y nos embriagamos de alegría, / una tras otra.

Sin embargo, la plenitud amorosa del poeta es transitoria, consecuencia del viaje, y la relación con los amantes, es, al fin y al cabo, conscientemente furtiva y marginal. Por eso, en cada joven nocturno, buscas un desnudo dócil / una caricia fácil, / Un ángel bellísimo / pero sin alas. En definitiva, aquellos lectores de poesía que se acerquen a la lectura de Las cenizas del viaje gozarán de su vitalismo conciso y esencial, elegante, manifestación de la búsqueda espiritual de un poeta fascinado por los sicarios del amor.





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