29.11.16

PRONTUARIO DE HERALDICA ABOLIDA


Poema perteneciente al libro inédito Biblioteca del príncipe di Sangro publicado en la revista La bolsa de pipas, número 102, Mallorca, septiembre 2016


PRONTUARIO DE HERÁLDICA ABOLIDA,
EJEMPLO DE GRAN ERUDICIÓN RECOPILADO POR
DON DOMINGO DE MENDOZA.
MADRID 1678.

No hay más paraíso que los perdidos…
Barón de Bearn

Érase una vez hace ya mucho tiempo en la que los árboles huecos abrigaban a los vagabundos y la ternura del álamo aún no había sido traicionada por el hacha; en la que el gato soñaba con ser tigre y la aurora con ser campana; donde las abejas volaban ebrias de azúcares y mieles mientras los ángeles ejercitaban acrobacias en el cielo. Érase una vez un tiempo en el que los girasoles insumisos se volvieron hacia la luna; en el que las palabras a causa de la edad se volvieron nómadas como estrellas fugitivas. Érase una vez una infancia medida en relojes con arena de playa. Érase una vez la sonrisa de la bahía resplandeciente donde el eco del mar se encarcelaba en caracolas unísonas donde el agua era simultánea y sucesiva. Érase un tiempo en el que escribía églogas en primavera y alejandrinos en invierno. Pero ahora soy la soledad del papel blanco en la que ya nadie escribe y este libro no es más que una urna donde reposan los sueños rotos. Los días se repiten como nubes de lluvia. Habitado por una resonancia, el otoño pulsa guitarras y clavicémbalos de oro como un nimbo sin aroma. Las hogueras se alimentan de sangre y humo. La palabra colinda con lo oscuro. Mi propia profecía es mi memoria. Sueño con oráculos. Quemo mi llama con el fuego, mi propia desnudez entre las sábanas. La voz florece en los almendros; mientras de la boca de los barítonos crecen orquídeas hermafroditas. La lluvia recuerda un amor lejano, antiguo como el apellido de la nostalgia: ámbar de amor, resina pretérita: soles que parpadean en esta página. Esta soledad coronada de águilas. Esta belleza de zares derrocados y de princesas fugitivas. Esta melancolía de rosas y de dalias. Esta tristeza que avanza lenta como el óxido, pero inexorable como el tiempo. Un torso romano en medio del jardín de espigas quizá como un ancla abandonada. Palabras puras que ignoran su forma y contenido como las palomas su vuelo y su canto. El solsticio de la memoria entre tantas sílabas de viento inútiles, aquellos días como cuerdas de un arpa rota, aquel poema como antigua arqueología, como nostalgia de ser ángel.



No hay comentarios:

Publicar un comentario