Poema
pertenenciente al libro Biblioteca
del Príncipe di Sangro,
publicado
en el libro Los
seis dedos de una mano,
editado
en Corona del Sur, Málaga 2018
ABECEDARIO
DE LUCES Y SOMBRAS,
EN
HONOR AL DUQUE DE ALBA
Y
SU RECIEN ESPOSA DOÑA ESTRELLA,
POR
EL LICENCIADO SILVESTRE SOLÍS.
SEVILLA,
1694
Sé
la antorcha del mundo. Si tu luz es únicamente la de un planeta, no
serás nada a la vista de Dios. Reservo para ti un esplendor para el
que la gloria del Sol es una sombra. Guiarás el camino de las
estrellas, y los que gobiernen los Imperios deberán ser guiados por
ti.
Conde
Saint- Germain
El
sol abre la puerta a un nuevo día. En el cielo impreso el bostezo de
las nubes. Martirio de campanas, crucifixión de golondrinas en el
aire. Adioses de banderas en el viento. El horizonte está en los
ojos, y no en el paisaje igual que la belleza. La mañana cristaliza
en nerviosos arpegios de otras músicas. El cielo dice doce sílabas
rojas al quemarse. Los párpados como palabras de piedra. Viento que
viene y va, viento que el aire aventa. Los rayos dorados confitan con
lentitud todo lo que toca. La mañana te trae en sus manos su pan
recién horneado y sin melancolías, su palabra como salvoconducto o
contraseña contra la vida. Bajo la tristeza plomiza del cielo el oro
espigado de los campos, la memoria vacía como el caparazón de las
tortugas. Tendida como un sueño o una nube mi voz descansa bajo un
sombrero de paja. Los pájaros tienen alas, pero el hombre palabras.
Los megáfonos de las flores anuncian la primavera, atrás queda el
rumor del invierno en el bronce de los árboles.
El
nuevo día me trae un puñado de almendras amargas para que yo
decida. El aire germina de párpados y pájaros. La palabra perdida
entonces renace con plumas blancas. Según la poética revolucionaria
el hijo bastardo del marqués es hoy afilador de guillotinas. Somos
aquello que ignoramos, o quizá lo más grave, ignoramos aquello que
fuimos antaño. El alba bautiza de asombro las sábanas blancas; allí
donde se posa el sol se abre una herida, una diáspora de mariposas,
una estela de sándalo sin alas. Vivir con la escafandra de la poesía
o vivir gracias a la ortopedia de la novela y sus otras vidas
imposibles. Dormir en el caligrama de los sueños, allí donde el
peine enferma de nácar. Aspirar la nostalgia perenne de la flor del
gramófono como un exquisito veneno. Esperar a que llegue la noche y
el sueño llague los ojos y el viento azote olivos y encinas.
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