Poema
pertenenciente al libro Biblioteca
del Príncipe di Sangro,
publicado
en el libro Los
seis dedos de una mano,
editado
en Corona del Sur, Málaga 2018
ARTE
DE CAZAR UNICORNIOS
O
DE CÓMO CONSERVAR Y CULTIVAR LA INOCENCIA,
ATRIBUIDO
AL ABAD ANTONIO DE ALCÁNTARA.
LYON,
1663
No
leer / no sufrir, no escribir, no pagar cuentas
y
vivir como un noble arruinado
entre
las ruinas de mi inteligencia.
Cónsul
de Sodoma
Cuando
yo fui joven y amé borracho (simbiosis del beso en una misma boca)…
cuando la noche era un carnaval perpetuo de pieles y plumas
prohibidas (símil quizá o simulacro)…La ceniza añora siempre el
incendio. El recuerdo se agranda como un remordimiento, pero su eco
es una flor que se deshoja. La melancolía imanta ayeres, sus alas
despliegan altas aleluyas. La magnolia sueña con ser casta paloma, y
la lágrima dialoga entre el fuego y el agua. Augurio o presagio,
albricias de voz y de alcándara. El tiempo es cancerbero y a la vez
carcelero del verso. La escritura es caudal pero también cauce.
Vivir
entre interjecciones. Viajar tan lejos de los dioses que la nostalgia
impregne el poema. Vencer el plomo de las balas y el bronce de las
campanas sin ningún miedo. Escribir hasta que crujan los dedos y se
dobleguen las rodillas, enamorado del bello gesto de los lirios
cuando resbalan por la mejilla. Buscar el clavel quizá más puro
cuando la tarde declina y con ella muere el susurro de una flauta
lejana. Cada hombre sopla sobre el mismo azogue labrado, pero su
aliento lo empaña de forma diferente. Mi voz se pierde en la memoria
de los puentes oxidados, pero se encuentra en el atlas de las
constelaciones.
El
invierno acuña las monedas desgastadas de la vida mientras tú
eliges un epitafio de ruina o muerte. Renglones como senderos de
hormigas, rimas como música de cigarras, silencio como preámbulo de
la ausencia, un poema plácido como una siesta de pastores y
corderos, tranquilo como un estanque de peces perezosos ¿Cambiar?
Cuando lo hagan las montañas o cuando los náufragos caminen sobre
las aguas. La rosa embalsamada en un códice antiguo es mucho más
fragante que la recién cortada. Hay poetas que se miran en el
espejo, y otros que miran qué hay detrás de ellos. Hay corsarios de
ideas ajenas y cortesanos fieles a la metáfora. Pero todos dejan
heridas de muerte las palabras y marcados como naipes los sueños. El
verso es la suave melancolía de la huella, la espiga de trigo de
triunfo o esperanza. Pronto la noche se cerrará como un grueso
grimorio y el alma se quedará en prenda entre sus páginas.
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