Poema
pertenenciente al libro Biblioteca
del Príncipe di Sangro,
publicado
en el libro Los
seis dedos de una mano,
editado
en Corona del Sur, Málaga 2018
TABERNÁCULO
DE VERSOS PROFANOS
CON
LICENCIA ECLESIASTICA,
DE
SOR MARIANA ALCOFORADO
LISBOA,
1669
Leña
que ahoga la llama
para
dar más fuerza al fuego
Conde
de Salinas
Delicado
preludio en el ámbito de las copa. La luna hoy ha unido dos
insomnios. Miro tu cuerpo como un largo río, tu lenguaje elegante
de agua, y tus manos me arrastran a tu infierno. Los labios preguntan
cuanto más se enredan. Caen las pestañas como un latido esclavizado
o como una lluvia jubilosa de glicinas. Descifro su desnudez a
tientas como si fueran una incógnita. Más allá de la aliteración
de tu pecho se encuentra la metáfora de tu boca. Tus dedos como una
diáspora de mariposas, élitros como párpados, asma de colibrí
herido, salitre o talco de sirenas, dos vientos unidos como dos
alas, hidalguía simple del agua y una sed blanca sin voces ni
mapas. Mi boca bebe ávida un aroma de azucenas, un breve escalofrío,
un ligero temblor como la muerte oblicua de las rosas. El tiempo se
vuelve líquido y chorrea entre las sábanas. La saliva se petrifica
en forma de palabras como furia de estambre y pistilos o como fuego
de ánforas. Bendito sea tu cuerpo, jazmín joven, júbilo de vida,
porque contiene todos los pecados con los que he soñado. Bendito sea
tu nombre, aunque sea un enjambre de violines y violetas. Hay un
pacto de silencio entre nuestras miradas. Las ventanas abren sus
brazos al nuevo día. Despertamos.
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