12.6.18

THESORO DE CITAS Y SENTENCIAS



Poema pertenenciente al libro Biblioteca del Príncipe di Sangro,
publicado en el libro Los seis dedos de una mano,
editado en Corona del Sur, Málaga 2018




 

THESORO DE CITAS Y SENTENCIAS

CON EXLIBRIS DEL BARON DE LEZCANO,

POR FRAY BARTOLOMÉ TRUJILLO.

MADRID, 1653

 

 

Herido por una anemia elegante

de fin de raza

Marqués de Vinent

 

Cubrí con velos y topacios el alba. Disfracé mi fracaso con toda la quincalla de oro callado. Escribí poemas como pasatiempos alejandrinos para entretener mientras tanto a la muerte. Llené la página de abanicos y de alientos ávidos, sílabas como abracadabras que abren rosas dormidas, invisibles endecasílabos desleídos en agua de lluvia. Desplegué toda la ingeniería barroca contra las hordas bárbaras del silencio. Busqué como un aurúspice entre las vísceras del verbo querellas y querencias. Me convertí en zahorí tras esa lágrima negra que ríe a escondidas. Amé a la musa, y a mí mismo y quedé atrapado como mariposa ciega ante un azogue celoso. Aprendí de los clásicos el arte de la fuga, leyendo huí siempre hacia delante, aunque fuera en renglones torcidos, o en intertextos. Viví en la ficción de las palabras, acorazado en esta torre inútil del lenguaje, en mi propio ensueño de cartón piedra, en este papel desgajado donde rimo apenas recuerdos. Harto de altas promesas azules, me rendí ante el ornato y el artificio del mundo. En mis libros sólo queda la ceniza arrasada de toda una vida dedicada a competir con la órbita de los astros. Aquí descansan por siempre los pródigos naufragios de un sueño, el resto si acaso pertenece a una sombra peregrina. ¿De qué nos sirve la clarividencia si no hay palabras transparentes? Tu voz y mi silencio caerán como fruta podrida. Nada nuevo hay, todo se repite. Ser original es un truco barato de magia. Tu lengua enmudece como un caracol envenenado en su propia saliva. Si acaso plagia ecos gloriosos de un pasado. La rosa ya no es una rosa, sino tan solo un motivo literario, donde la poesía es un espejo enamorado a su vez de otro espejo. Imagen duplicada hasta el infinito sin remedio. No debemos demorarnos en envolver nuestra voz con volutas y hojas de acantos, sino vivir estos últimos soles que nos restan. La ceniza anunciará pronto el epílogo del fuego. Yacen aquí mis versos de Arión definitivamente olvidados en la arena: triunfo de alegres delfines y al mismo tiempo, desolada derrota.

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