A cuatro patas igual que dos perros
ante decenas de voayers curiosos,
bajo la mirada de un policía.
Cabe también la opción de montárselo
con otro maromo y formar un trío
contra toda norma de la simetría.
De cabo a rabo con miel he de untarte
desde la punta del pie a la cabeza,
en mi casa, la tuya, un parque público,
entre un atasco, un semáforo, yendo
hacia mi curro o hacia tu oficina
hasta que el cuerpo aguante o reviente
para apurar al máximo las horas,
porque todo a la postre vuela breve
según afirma la ley del deseo.
Sin cortapisas ni tapujos, pero
Sobre todo, con ansia renovada
tras esa felicidad que nos huye.
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