Poema
perteneciente al libro inédito Biblioteca del príncipe di Sangro
publicado en la revista La bolsa de pipas, número 102,
Mallorca, septiembre 2016
Tengo tu perfume como mi
propia apoteosis
Barón de Adelsward
Los espejos de la madrugada se secan de tanto insomnio. Se apagan las
puntas venenosas de los cirios, pero su fuego se crucifica como un
tatuaje en las entrañas. Mis manos se unen para la plegaria y la
caricia. Quien tome tu cintura beberá estrellas en un raudo galope
de incandescencia. Quien lidie con tu cuerpo bruno domará el brío
del toro más bravo. Quien ose tocar tu rosa se pinchará con su
aroma más barroco. A lo lejos el lamento desgarrado de una guitarra
esconde un secreto que apenas tiembla en el incienso de unos labios:
¿Cómo exorcizar este extraño embrujo si tus ojos brillan limpios
como lunas de agosto más puros que la espuma del Darro? ¿Cómo
calmar este martirio de ascuas y clavos, este delirio de azahares y
azucenas si tu piel relumbra más que una tarde hecha de canela y
topacios? ¿Cómo sacar esta dulce espina, cómo quitarme esta pena
negra? La noche se desangra como una granada y mancha de almagre el
algodón de los sueños. La brisa lleva en los cabellos entretejida
una corona de jazmines salvajes. Bajo el amparo de un capote de
sombras, un beso de palomas en vuelo se cuela a través de la reja.
Fulge un jadeo de plata enajenada. Dos navajas en alto buscan su
herida más profunda. De repente cae una lluvia de saetas como un
remordimiento derramado. Tal vez un ángel indulgente rece por
nosotros a las puertas del infierno.
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